¡Hola desde México!
Me gustaría empezar esta serie de publicaciones de economía con un tema fundamental que nos ayudará a entender, de forma intuitiva, algunos de los sucesos económicos cotidianos: la ley de la oferta y la demanda.
¿Quién no ha ido al supermercado a comprar alguna fruta o verdura y se ha sorprendido del incremento en el precio de un día para otro? Y digo incremento porque cuando el precio baja casi no nos sorprende, lo agradecemos. Eso me ha pasado días atrás: fui al supermercado a comprar mangos y he notado que ahora costaban casi el doble que pocos días antes, le pregunté a la persona que los vendía y me contestó: “Subió porque casi ya no hay, ya no es tiempo”.
Esa es la ley de la oferta y la demanda. Por ejemplo, algunas de las frutas y las verduras se cosechan en épocas específicas del año, lo que significa que no habrá la misma cantidad en todos los meses. Cuando hay abundancia en cierto producto su precio tiende a disminuir y lo contrario es cierto: cuando hay escasez su precio tiende a aumentar. Es decir, la cantidad de un bien afecta su precio.
Veamos las dos caras de la moneda. Pensemos que somos productores de mango y es época de cosecha, ¿cómo elegir a quién venderlos: a quién esté dispuesto a pagar 5 o 10 pesos por kilogramo? Sabemos que ganaríamos más si se los vendemos a quien pague 10 pesos, pero no sabemos si alguien lo comprará a ese precio.
Ahora, imaginemos que hemos ido a comprar en época de mangos y que el supermercado está lleno de productores que venden mango de misma calidad, ¿cómo elegimos a quién comprarlos: a quien los venda en 5 o 10 pesos el kilogramo? Sabemos que gastaremos menos si lo compramos al productor que lo vende en 5 pesos. Además, hemos observado que hay muchos productores, muchos mangos y los mismos consumidores.
Los productores desean vender su kilo de mango en 10 pesos, pero los consumidores se han percatado de la abundancia y están dispuestos a pagar solo 5 pesos o pasar al siguiente puesto. No hay consumidores que quieran pagar más de 5 pesos. Así, hemos llegado a un precio de equilibrio: en 5 pesos por kilogramo, la cantidad ofrecida y demandada de mangos es igual.
Por último, veamos el caso contrario. No es época de mangos, hay pocos productores que los ofrecen y el mismo número de consumidores. Es probable que los consumidores que desean comprar estén dispuestos a pagar más por conseguir algunos de los escasos mangos, digamos, 10 pesos por kilogramo. El nuevo precio de equilibrio, cuando la oferta de mangos es escasa, aumenta.
La cantidad de un producto no es el único factor que determina el precio, hay otros factores por los cuales el precio puede cambiar y los abordaremos en publicaciones subsecuentes. Por ejemplo, el incremento en el costo de los insumos con los que se produce, el incremento en el salario de las personas que lo elaboran, el cambio en el costo del transporte, aranceles impuestos por el gobierno, acuerdos ilegales entre los productores, entre otros.
Por ahora, ya estamos listos para ir a comprar la fruta de temporada al supermercado sabiendo que la ley de la oferta y la demanda nos ayudará a conseguir un mejor precio.
Ana Silvia Romero González
Economista de Banco de México
Licenciada en Economía por la UNAM
Maestra en Economía por El Colegio de México
Disclaimer: Las opiniones expresadas en la presente publicación son responsabilidad de la autora. No reflejan los puntos de vista de Banco de México o de sus miembros.