Escribimos en dollaripedia sobre la importancia de tener un buen dinero y de las ventajas de poder hacer transacciones de la manera más sencilla posible con distintos dineros. Pero la mayor parte de los ciudadanos de América Latina sólo usan el dinero oficial de su país y parecen creer que un “buen dinero” es un lujo de unos pocos ricos. Por eso voy a intentar explicar en este breve artículo todos los motivos por los que a cualquier ciudadano le interesa tanto que su país tenga un buen dinero como que sea fácil hacer transacciones con divisas.
Es evidente que el mayor problema de no tener un buen dinero es la inflación, y la primera ventaja de transicionar hacia un buen dinero es poder resguardarse de la inflación, de hecho, los países semi-dolarizados (donde es legal y normal tener cuentas tanto en dólares como en la moneda local), como Guatemala o Perú, han tenido resultados muy razonables en cuanto a la devaluación de sus monedas en las últimas dos décadas.
Los ciudadanos comunes de los demás países de América Latina suelen creer que el cambiar de dinero es algo que sólo se hace cuando uno viaja al extranjero, y eso es un lujo que normalmente no se pueden permitir, pero en realidad el buen dinero y los intercambios comerciales son parte mucho más común de sus vidas.
Tener un dinero sano, esto es, medianamente estable, es condición sine qua non para que un país tenga inversión. La inversión no es cosa sólo de unos pocos empresarios que ganan dinero, es beneficiosa para cada empleo que se crea, cada producto que se ofrece al mercado para que los ciudadanos lo consuman. Para que haya inversión debe poder hacerse planificación económica, esto es, calcular, siempre de manera aproximada e intuitiva, los gastos y los ingresos. Si el valor de la moneda es impredecible en el medio plazo (unos 5 años), el cálculo se hace casi imposible, y con ello la inversión.
Por ejemplo, tener un dinero estable puede hacer el país más atractivo para el turismo, y el turismo es una de las principales industrias de nuestros países, por lo que puede ser un cambio significativo para todos quienes consiguen empleo de manera directa o indirecta en el sector turístico, desde camareros hasta quienes trabajan en los aeropuertos.
Es que en realidad todo lo que consumimos en esta economía global y compleja son productos de importación o exportación, y entre los mayores impedimentos para el comercio internacional está el riesgo de tipo de cambio. Esto es, prácticamente todo lo que consume un ciudadano de clase media en América Latina tiene un componente de importación, así sea en el producto en sí, en la marca internacional que lo produce, o en la maquinaria que se usó en su cultivo o procesamiento. Cuánto más sencillo y menos riesgo de tipo de cambio tengan los importadores, los consumidores del país podrán disfrutar de más variedad de productos y más baratos.
Pero también ocurre en el sentido contrario, si hay seguridad del tipo de cambio también es más probable que se produzcan exportaciones, y con ello se generen empleos en el país. Muchas veces se cree que la devaluación de la moneda beneficia las exportaciones, pero tras décadas de esa experiencia en América Latina ya sabemos que es un efecto del corto plazo y que no es sostenido para el desarrollo de la industria, pues en la economía de grandes cadenas logísticas globales no sólo importa producir más barato, sino poder tener confianza en la producción en el largo plazo (eso sin contar lo profundamente inmoral que es beneficiar a los exportadores a costa del empobrecimiento de los ciudadanos con la devaluación de su dinero).
Esto no sólo beneficia al consumo masivo de las grandes cadenas. Que los latinoamericanos puedan tener cuentas en dólares, o cuentas en EEUU, facilita mucho la operación comercial de pequeños emprendedores que tienden o a exportar productos únicos o a importar productos a mercados nicho. Para estos pequeños empresarios es para quienes estas facilidades pueden marcar la mayor diferencia, la diferencia entre poder o no poder llevar a cabo su negocio, y con ello crear los empleos correspondientes, pues una traba en los pagos o un sobreprecio o bajada por el tipo de cambio puede suponer la quiebra para un emprendimiento.
En América Latina no hay una gran tradición de invertir en bolsa, y peor de invertir en bolsas extranjeras con seguridad. La facilidad de abrir cuentas en el extranjero es un paso importante para que la clase media alta pueda ahorrar e invertir en bolsa, y con ello beneficiarse de un sistema que da cierta seguridad a los ahorros y cierta rentabilidad.
Es por todas estas razones (la protección contra la inflación, las mejoras en las condiciones de vida por las exportaciones y las importaciones) que es importante para los latinoamericanos, no sólo para los economistas o quienes tengan mucha plata o estén involucrados en el comercio internacional, sino para todos los latinoamericanos, entender la importancia tanto de tener un buen dinero como de poder intercambiar fácilmente un buen dinero y poder tener cuentas en el extranjero.
Luis Espinosa Goded
Profesor de Economía en la Universidad San Francisco de Quito
Master en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid