Dollaripedia

diciembre 5, 2023

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CÓMO DOLARIZAR ARGENTINA (⅔)

            Una vez explicado el por qué es conveniente dolarizar en el anterior artículo, queda por concretar el cómo se puede hacer. Y en el siguiente artículo se explicará a qué tipo de cambio se puede dolarizar Argentina.

            Para ello hay que tener en cuenta cuatro puntos principales:

  1. La mayor parte de los ciudadanos desean tener la mejor moneda que es el dólar y no la mala moneda que es el peso -que además estaría llamado a desaparecer en un proceso de dolarización- por tanto se puede contar con su voluntad para cambiar los unos por los otros.
  2. La mayor parte del dinero de la economía en estos tiempos es dinero bancario, no billetes y monedas, por tanto el grueso de la dolarización lo realizarán los bancos comerciales cuando cambien sus balances de pesos a dólares.
  3. Que todo el sistema funcione o no funcione depende de la confianza, por tanto hay que diseñar un sistema lo más rápido, sencillo, irreversible y transparente posible.
  4. El dolor que le cause a la población la transición de pesos a dólares (dolor en el corto plazo, que se verá más que compensado en el medio y en el largo) depende del tipo de cambio al que se haga la conversión, por tanto hay que lograr un tipo de cambio lo más bajo posible pero que genere la confianza suficiente en el cambio y  permita hacerlo inmediatamente.

La dolarización rápida

Algunas propuestas de dolarización proponen una especie de “dolarización lenta” o “dolarización a plazos”, de tal manera que, o se van entregando dólares en distintas etapas a los ciudadanos o se consiguen todos los dólares, pero aún con garantías del gobierno o préstamos internacionales, de tal forma que la sostenibilidad de la dolarización sigue dependiendo de que el Estado argentino sea capaz de devolver sus créditos.

Yo creo que una de las grandes ventajas de la dolarización es precisamente esa separación de las cuestiones monetarias de las fiscales. Y precisamente todo el éxito de la dolarización depende de que los ciudadanos confíen en ella, confíen en que el banco central tendrá los suficientes dólares para cambiarlos por pesos al tipo de cambio que se establezca. Para lograr ambos propósitos es mucho mejor hacer una dolarización anunciada de un día para otro que hacerla anunciada en el medio plazo con un sistema complejo que a lo mejor no todos comprendan.

 Para alcanzar esta transparencia y confianza lo mejor sería que el día que se anuncie el tipo de cambio y el decreto de dolarización se lo haga junto a la auditoría del balance del banco central que garantiza que con sus reservas se puede sostener este tipo de cambio y se den plazos relativamente cortos para la transición. 

Evidentemente hay una cuestión logística que impide que la dolarización de facto se haga de un día para otro, pues hay que cambiar todos los pesos a dólares, pero eso es tan sólo una cuestión logística fácilmente solucionable.

La cuestión logística

            Por “la cuestión logística” me refiero exclusivamente al cambio de los billetes y monedas de pesos en circulación por billetes y monedas de dólares (o por transferencias a dólares a las cuentas de quienes los cambien, que es un modelo que también puede funcionar).

            Evidentemente en el año 2023 en que la economía utiliza mucho más dinero digital que en el año 2000 cuando se produjo la dolarización de Ecuador, por eso ahora éste es un problema algo menor.

            Lo primero que hay que aclarar es que no se requiere ningún acuerdo ni con la Reserva Federal ni con el gobierno de Estados Unidos para usar el dólar de Estados Unidos, ni a nivel físico ni a nivel bancario. La FED es la fabricante de esos dólares, pero los legítimos propietarios somos cada uno de nosotros que los poseemos, y al igual que no tenemos que pedir permiso al fabricante de un lapicero para usar ese lapicero o para venderlo, tampoco lo tenemos que hacer si usamos los dólares.

            Por tanto, toda la operación logística, que no es menor, se puede realizar con bancos comerciales de EEUU o de Argentina, a los que se les anuncia que se les hará una transferencia bancaria por X millones de dólares, y que en tal día y en tal lugar se retirará el valor equivalente a esos dólares en tantos billetes de tal denominación y tantas monedas de tal otra. Ahí ya es cuestión de una agencia privada de seguridad o de las fuerzas de seguridad argentinas encargarse del transporte e importación de esos billetes y monedas de dólares hasta las bodegas del Banco Central.

            Desde ahí esos billetes habrán de transferirse, en primer lugar, a los bancos comerciales que son los principales agentes de este cambio de pesos a dólares.  También es probable que en zonas más aisladas, rurales o no bancarizadas haya que usar mecanismos de acercamiento a la ciudadanía para poder cambiar los pesos por los dólares. En el caso ecuatoriano se usó la mayor red logística del país en el año 2000, que era la de la Coca-Cola, pues sí que llegaba a cada rincón.

            Toda esta operación no es, evidentemente, inmediata, pero tampoco puede tomar tanto tiempo. En Ecuador se hizo en menos de 9 meses (y entre medias hubo que aprobar la ley que formalmente dolarizaba el Ecuador), en Argentina se podría hacer en un periodo de 3 a 6 meses.

La eliminación del banco central

            Creo que es mucho más completo y mucho más seguro culminar la dolarización con la eliminación del Banco Central, y que fue un error que se cometió en Ecuador el no eliminarlo. Incluso, a nivel simbólico, transformar el bello edificio del Banco Central de la República Argentina de la Calle San Martín de Buenos Aires en algo mucho más útil para el público, sea un museo de la inflación, sea su venta para transformación en apartamentos o centro comercial.

            Y es importante eliminar el banco central por tres motivos:

  •  El primero, se complica la creación de una eventual nueva moneda estatal (quien quisiera hacerlo primero tendría que crear su Banco Central, lo que le llevaría tiempo). Además, con el surgimiento de los CBDC (Central Bank Digital Currency), la tentación de cualquier gobierno populista de implementar este tipo de dinero es muy superior, por ello es imperativo estar prevenidos[1].
  • El segundo, pues lo conveniente es hacer una liquidación total de sus activos y sus pasivos, limpiar su balance completamente para poder recomenzar sin duda alguna de que queden deudas rezagadas, y para ello lo mejor es eliminarlo. No pueden quedar partidas dudosas, sea de pasivos que debería pagar, sea de activos en forma de deuda del gobierno de Argentina.
  • Pero en tercer lugar hay que eliminar el Banco Central porque se elimina toda tentación de usar sus fondos para seguir prestándole a cualquier gobierno despilfarrador, que es el motivo por el que ha habido que dolarizar en primer lugar.

            Es cierto que el Banco Central cumple más funciones de la monetaria. Y hay tres que son ciertamente importantes. 

Una es la de compensación de los pagos hechos entre los distintos bancos a lo largo de cada jornada. Esta función la puede cumplir de igual manera una “caja de compensación” de la banca privada o de una asociación de la banca privada, como ha habido múltiples ejemplos a lo largo de la historia de “free banking” y también en la historia de Argentina antes de 1935 que se creó el BCRA.

            La segunda función importante que puede cumplir el banco central es la de ser funcional en las transferencias internacionales. En un sistema bancario internacional donde casi todos los países tienen un banco central que centraliza los pagos desde y hacia el exterior, puede ser útil que Argentina también lo tenga. Sin embargo, esto es tan fácil de suplir como crear una entidad gestora de pagos internacionales centralizada que cumpla esta función como se hace en Panamá, y puede ser perfectamente un banco privado o gestionado por los bancos privados.

            Así como con la otra tarea que tiene el banco central de ser el banco del Estado. Esto es fácilmente adjudicable a cualquier banco privado en un contrato de medio plazo, pues no es más que ofrecer los habituales servicios bancarios con algunas especificidades por las cantidades manejadas y el funcionamiento y controles que tiene el Estado.

La cuestión de las normas

            No es este un texto jurídico, ni pretende entrar en la cuestión de si la dolarización se debe llevar a cabo a través de un cambio constitucional, de una ley aprobada por el Congreso Federal de Argentina, por una norma aprobada por el Presidente de la República o una resolución del Banco Central de Argentina. Cuestión no menor a la hora de llevar la dolarización a la práctica, pero creo que en cualquier caso es solventable si hay voluntad de dolarizar.

            Sin embargo, sí creo importante señalar que la norma que lleve a cabo la dolarización no sólo ha de tener en cuenta el tipo de cambio, el método del cambio, la eliminación del Banco Central y qué se hará con sus activos, pasivos, funcionarios, funciones que puedan quedarle y relaciones internacionales… sino también la renovación de todos los contratos hechos en pesos y con ello de los tipos de interés.

            Esta cuestión del desagio, la actualización de los tipos de interés, es necesario que salga tan bien en el caso de Ecuador, puesto que los contratos se habían firmado en sucres y con tipos de interés propios de la inflación esperada en sucres, de más del 50% en muchos casos. Unos tipos de interés completamente desproporcionados en una economía dolarizada donde se esperaría que los tipos de interés sean muy inferiores. Sin embargo, eran acuerdos entre privados que se estaban cambiando en sus elementos esenciales por una ley nacional, lo que podría haber provocado muchos más problemas legales en los tribunales de los que provocó.

¿Se puede desdolarizar?

            Una cuestión que se comenta bastante es que igual que se dolariza una economía, se puede desdolarizar, lo que es otra falacia.

            Lo que hay que entender es que el dinero es una institución, aquello que los ciudadanos deciden usar para sus ahorros y transacciones. Puede haber un dinero “de curso forzoso”, que normalmente es el elegido mayoritariamente por los ciudadanos, pero si el dinero estatal obligatorio es un mal dinero, entonces el Estado ha de ejercer cada vez mayores niveles de coerción para obligar a usar ese dinero. A día de hoy, en Argentina, por ejemplo, hay múltiples disposiciones como el cepo, los tipos de cambio intervenidos o las restricciones a la apertura de cuentas bancarias en dólares. Y aún así los argentinos tienen en torno al 40% de su PIB ahorrado en efectivo en dólares[2], pues quieren huir de esas imposiciones.

            Por ello, si se produce un cambio hacia una moneda mejor, como es el caso de la dolarización, pasar de una pésima moneda[3] a la moneda más usada del mundo como es el dólar, es relativamente fácil, puesto que los ciudadanos cambiarán la una por la otra voluntariamente.

            Sin embargo, para desdolarizar sí se requiere de muchísima coerción, pues supone pedirles a los ciudadanos que entreguen la buena moneda, aquella en la que confían y han ahorrado, para cambiársela por una mala moneda, una moneda que sería o de reciente creación estatal o les traería malos recuerdos (como los infames patacones), y en la que seguro no confiarían.

            Se nombra con frecuencia el caso de Zimbabue como un país que se ha “desdolarizado”, pero creo que se hace con bastante desconocimiento de la realidad de lo que ha ocurrido. En primer lugar, Zimbabue nunca se dolarizó totalmente, aceptando el dólar como su única moneda y eliminando el dólar zimbabuense y el banco de la reserva de Zimbabue. Lo que se hizo en Zimbabue en 2009 fue que el gobierno permitió el uso de algunas monedas extranjeras en su economía (el yen japonés, el euro, la pula de Botsuana, la ripia india y el rand sudafricano), al mismo tiempo que el dólar de zimbabue, que evidentemente sí fue perdiendo relevancia hasta desaparecer en 2015. Además, aunque la medida duró 10 años se anunció por un año y siempre se dijo que sería provisional, nunca se adoptó como medida definitiva.

            Pero es que tampoco es cierto que la economía de Zimbabue se ha desdolarizado completamente, aún a día de hoy el gobierno tiene que admitir que el 75% de las transacciones en el país se produzcan en dólares[4] y además sigue prorrogando y prorrogando la desdolarización, ahora hasta 2025, pero es muy complicado que lo logre en algún momento dado si los ciudadanos no quieren deshacerse de sus dólares. De hecho, se intentó en 2019 cuando el banco de la reserva de Zimbabue suspendió el sistema de múltiples monedas (nunca fue una dolarización), pero esta medida fue tan impopular que en 2020 lo tuvieron que volver a legalizar. 

Así que no parece que sea tan fácil desdolarizar… menos cuando ni siquiera se ha dolarizado realmente.


[1] En el caso de Ecuador el gobierno de Correa intentó implementar el “Dinero electrónico del Banco Central” que fue uno de los primeros intentos de CBDC del mundo. Y que resultó un rotundo fracaso pues el público ecuatoriano no lo aceptó como medio de pago a pesar de toda la propaganda estatal.

[2] Según dice el Presidente del Banco Central de Argentina, señor Pesce, los argentinos tienen ahorrados unos 200.000 millones de dólares en efectivo. Esta cifra es necesariamente aproximada, pues no hay manera de medir de manera exacta lo que no se reporta, y sería en torno al 40% del PIB de Argentina, una cantidad altísima. 

https://www.infobae.com/economia/2021/09/26/pasion-nacional-los-argentinos-tienen-usd-200000-millones-en-dolares-billete-el-10-del-circulante-en-todo-el-mundo/

[3] La séptima peor moneda del mundo según los últimos datos disponibles del “Troubled currency project” del Cato Institute dirigido por el profesor Steve Hanke:

https://public.tableau.com/app/profile/prof.steve.h.hanke/viz/HankesInflationSatellite/HankesInflationSatellite

[4] Según esta nota de Bloomberg de julio del 2023: https://www.bloomberg.com/news/articles/2023-07-24/us-dollar-still-rules-in-zimbabwe-despite-local-currency-rally?embedded-checkout=true

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