Este es el primero de tres artículos sobre la dolarización de Argentina. El primero sobre por qué dolarizar Argentina, cómo dolarizar Argentina en el segundo y a qué tipo de cambio se podría hacer en el tercero. Porque dolarizar no sólo es la mejor solución monetaria, sino que es la única razonable e implementable.[1]
Parece que, por fin, la sociedad argentina habla de la dolarización como una opción, habiendo un empate técnico en las encuestas entre los partidarios y detractores de la dolarización[2], pero tras casi tres décadas del desastre monetario que es Argentina, cuesta entender que no sea la opción preferida por todos los ciudadanos Peor aún, tras la última década que la moneda austral se ha devaluado de 10 pesos por dólar a los 730[3] en el mercado libre (que en Argentina se llama “blue” con un eufemismo tan propio de la nación albiceleste).
Sin embargo, esta misma atención ha generado tanto un debate en la sociedad como entre los economistas[4] sobre si es posible, conveniente o cómo se puede dolarizar.
A este respecto hay que aclarar que hay muchos tipos de dolarizaciones posibles, por ejemplo, en cierto modo la adopción del Euro fue una “dolarización” -“eurización”- en muchos aspectos para los 20 países que lo utilizan, dejan de tener moneda “nacional”, dejan de tener política monetaria autónoma y dejan de tener control monetario sobre su propio sistema financiero; por tanto, no es, ni mucho menos, una política monetaria exótica o extraña en el 2023. Ya la han hecho decenas de países.
La dolarización es una medida monetaria
Debemos comenzar por la definición, ¿qué es dolarizar? Es adoptar el dólar como moneda de ese país[5].
Nada más y nada menos.
Es una medida monetaria, y aunque parezca una perogrullada repetirlo, hay que tenerlo muy en cuenta pues muchos parecen creer que dolarizar es o una especie de panacea económica o una pérdida política de la soberanía o de la nación.
Como medida monetaria lo que intenta solucionar son los problemas monetarios, siendo el principal la inflación.
Es un absurdo creer que todos los problemas de la economía son monetarios, o su simétrico igual de falso, que todos los problemas de la economía se pueden solucionar con medidas monetarias. Pero puesto que casi todo en economía se mide en cantidades monetarias se suele confundir lo monetario con lo económico.
De hecho, el creer que se pueden solucionar los problemas económicos con lo monetario es lo que nos ha llevado al desastre inflacionario del 2022, pues tras la caída de la economía real por los confinamientos del 2020-2021, se pretendió solucionar con medidas monetarias, que durante un periodo camuflaron las cifras, pero que terminó siendo un desastre inflacionario.
O también, el hecho de que el gobierno de Argentina no admitiese que es incapaz de solucionar los problemas de Argentina con el dinero que tiene disponible y pretendiese solucionarlos a base de más gasto público, financiado con creación de nueva moneda, es precisamente el problema monetario que tiene Argentina a día de hoy. Tanto es así que Argentina ha llegado a acumular hasta 400.000 millones de dólares en deuda pública, lo que es aproximadamente un 80% de su PIB[6], algo completamente insostenible y que lastra el crecimiento del país[7].
Por consiguiente, con una dolarización lo que se pretende solucionar es la inflación, que es uno de los principales (si no el principal) problema económico de los argentinos a día de hoy. Claro que en economía todo está relacionado de maneras más o menos complejas, pero no tiene ningún sentido justificar o criticar la dolarización en función de la creación de empleo o del crecimiento económico[8], por ejemplo, pues no es ese su objetivo[9].
Ahora bien, como repite Pablo Lucio Paredes (decano de la Escuela de economía de la Universidad San Francisco de Quito) una moneda sana es condición necesaria, pero no suficiente, para el crecimiento económico, al igual que la salud para las personas; por tanto, para solucionar cualquier otro problema de la economía argentina -y hay muchos por solucionar- es necesario afrontar primero, o al menos al mismo tiempo, la cuestión monetaria.
Es mejor al menos resolver el problema monetario, que tener todos los demás y además el monetario.
La dolarización es posible
Y precisamente el mejor y primer argumento para promover la dolarización es que es factible. Es más, que es factible en el corto plazo. Hay muchos que pregonan que primero hay que equilibrar el régimen fiscal, aumentar la productividad, o equilibrar las importaciones. Todo ello es recomendable, pero es mucho más complicado y no es necesario para dolarizar. Por tanto, el principal argumento a favor de la dolarización es que puede solucionar el problema de la inflación sin empeorar los demás problemas en Argentina, y hasta generar una estabilidad monetaria para poder centrarse en los demás problemas y quizás enfrentarlos.
Dolarizar es una medida posible y popular. O mejor dicho, es posible porque es popular. Si los argentinos pudieran elegir libremente, lo que eligen es utilizar y ahorrar en dólares, y por ello el gobierno argentino debe imponer restricciones como el cepo cambiario al libre uso de dólares.
El primer paso para dolarizar es tan sencillo como otorgar libertad monetaria a los ciudadanos, algo que debería ser lo normal pues es lo natural. Si yo como ciudadano tengo la libertad de comprar lo que desee (ese carro, esa fruta, esa remera…), ¿por qué no puedo tener la libertad equivalente y simétrica de elegir pagarlo con la moneda que desee?
Una vez que se otorgue libertad monetaria comenzarán a usar dólares de manera masiva[10]. Y al ser el dinero un bien-red, esto es, un bien que es más útil cuanto más gente lo utiliza, al ver que en más comercios aceptan dólares, si hay libertad monetaria lo que habrá será una aceptación masiva de los dólares.
La falacia del nirvana
Una de las críticas más habituales a la dolarización es que se puede hacer una buena política monetaria, y por tanto no es necesario abandonar el instrumento de política monetaria en Argentina. Esto es lo que se denomina la “falacia del nirvana”, pues se está comparando una situación real con una situación ideal.
En realidad la cuestión es si es creíble, en el sentido de transmitir seguridad a los ciudadanos, que el Banco Central de Argentina tenga una política distinta, o dicho de otra manera, que el Gobierno de Argentina resuelva sus problemas estructurales de gasto y déficit, y por tanto no presione al BCRA para que tenga políticas monetarias laxas para usarlo como su fuente de financiación particular a costa de todos los argentinos tenedores de pesos.
Y la conclusión es que no, no es creíble que eso pueda suceder, sea a través de una nueva ley, un nuevo presidente del BCRA o un nuevo presidente de la Argentina, pues ha habido decenas de ellos en los últimos 70 años y sistemáticamente lo han hecho mal. Fatal.
Los datos no pueden ser más claros, en los últimos 70 años Argentina sólo ha tenido superávit fiscal en 4, fue durante el primer kirchnerismo y no precisamente por una vocación del gobierno de tener equilibrio fiscal. Por tanto, no es creíble que lo pueda lograr en los próximos años tampoco.
Pero es que además la falacia del nirvana, que se basa en lo que dicen los libros de texto de teoría monetaria, desconoce la realidad de las políticas monetarias y los tomadores de decisiones en el banco central, estos no cuentan ni con la información adecuada, ni con los incentivos adecuados, ni con las capacidades adecuadas, ni con los tiempos adecuados, para tomar siempre las decisiones adecuadas de política monetaria. Lo cual también es ambiguo, pues unas decisiones pueden favorecer a los exportadores a costa de los importadores; o favorecer a los deudores a costa de los prestamistas. Por tanto no es claro qué es una política monetaria ideal, y lo que es seguro es que ni el Banco Central de Argentina, ni ningún banco central del mundo, es capaz de alcanzarla. Precisamente por ello hay tanta polémica y discusión en torno a las decisiones de política monetaria, sea el quantitive easing o el subir o bajar los tipos de interés de intervención cada vez que los bancos centrales anuncian alguna medida.
La falacia del nirvana se aplica también a zonas monetarias como el Euro, donde se supone que al integrarse y pasar de ser distintas monedas a ser una sola, los intereses de todos ellos se alinean, lo que evidentemente no es así. Por tanto, no siempre se aplicará la política monetaria óptima para cada país, pero es que tampoco para cada región dentro de cada país, o para cada agente económico dentro de cada región.
La dolarización es sincerar la economía
La dolarización supone sincerar la economía. Supone reconocer lo que realmente vale la economía de un país en función de lo que el mercado internacional valora de la moneda de ese país.
Una economía puede intentar engañarse a sí misma o a los demás por un tiempo, dedicándose a crear más dinero de la nada para intentar aparentar que crece económicamente, o dedicándose a poner controles a los tipos de cambio para aparentar que su moneda vale más de lo que los mercados la valoran.
Pero un país no puede engañarse indefinidamente, y cuánto más tiempo se sigue engañando, más cara le sale la factura de salir de su propia mentira.
Por eso la dolarización es un sinceramiento de la economía, es reconocer lo que realmente valen los activos y pasivos de ese país, lo que realmente vale su moneda según la valoración de los mercados, y desde ahí replantear el sistema económico en base a valores reales, no inventados o intervenidos.
La triple mezcla del balance del banco central
El problema fundamental que viene a resolver una dolarización es que en el balance de un Banco Central se mezclan tres aspectos de la economía que deberían estar diferenciados: Lo monetario, la situación fiscal del Estado y la economía financiera del sector privado.
Lo monetario es evidente, pues el Banco Central es el emisor de la moneda de un país.
Además el Banco Central es el banco del Estado, tanto dónde éste deposita su dinero como donde recibe los pagos, aunque a veces también lo usa para financiar sus déficits, como ocurre en el caso de Argentina; por lo que la situación fiscal del gobierno se entrevera con la moneda.
Pero es que, aún peor, puesto que la banca comercial tiene sus encajes en el banco central, la situación de la moneda en el banco central afecta a la banca privada. En el caso de Argentina esto se agrava pues los bancos privados han acumulado muchos LELIQs -se explicará posteriormente- en sus balances, esto es, han invertido los depósitos de sus clientes en promesas de pago del BCRA. Promesas muy bien remuneradas, es verdad, con hasta un 115% de interés anual, pero evidentemente con un gran riesgo.
La dolarización supone eliminar esta triple confusión en el banco central, y por tanto separar la situación monetaria de un país de la situación fiscal y de la banca comercial. Esta separación impone muros que suponen que en dolarización sea concebible la quiebra de un Estado sin que quiebre su moneda ni su banca.
La cuestión de la confianza
Todos los problemas en torno a la dolarización son problemas de generar confianza. En realidad, todos los problemas en torno a lo monetario son problemas de confianza. Por eso vivimos en la era del “dinero fiduciario” (en expresión latina usada en inglés fiat money) que no es sino decir que vivimos en la era del “dinero confianza”, porque lo único que sostiene el valor del dinero es la confianza de los ciudadanos de que ese dinero tiene valor.
Por tanto a lo que hay que centrar toda la atención durante el proceso de dolarización es a mantener la confianza del público, y para ello es clave hacer una transición rápida, transparente y segura.
La banca comercial argentina tiene una reserva razonable liquidez en dólares[1] ,[2] [3] pero en un sistema de reserva fraccionaria ninguna reserva es suficiente ante un pánico financiero[11].
Por ello hay que dar garantías al público de que el Banco Central tiene los dólares suficientes para respaldar todos los pesos que se le presenten al cambio desde el primer momento que se anuncia la dolarización, y ésto no sólo se hace con promesas sino con transparencia y auditorías.
De hecho, uno de los grandes aportes desde Ecuador a la teoría y práctica económica es la invención del “cuádruple balance del Banco Central”[12], que no es sino la adscripción de ciertos elementos del activo del balance del Banco Central a ciertos elementos del pasivo, para poder garantizar en todo momento que estarían salvaguardadas las reservas líquidas suficientes para llevar a cabo la dolarización al tipo de cambio establecido[13].
Aunque, como argumento en este mismo texto, una vez dolarizado un país debería desaparecer su banco central, el uso del cuádruple balance es una innovación contable que se podría aplicar a cualquier banco central o incluso otras entidades.
La política monetaria autónoma
Una de las críticas más comunes a la dolarización es que con ella se perdería la capacidad de tener política monetaria autónoma en el país y se pasaría a depender de la política monetaria de EEUU. Esto contiene varios errores conceptuales, pues la política monetaria autónoma casi nunca es la conveniente, y además las monedas de América Latina se ven afectadas por las políticas monetarias de EEUU en cualquier caso.
Como se ha explicado en la sección “la falacia del nirvana” esto sólo sería una pérdida si fuese verdad que la política monetaria del banco central es oportuna, eficiente y beneficiosa para los argentinos, lo que es evidentemente falso si tenemos en cuenta sus resultados.
Pero es que además, por la propia configuración del balance del banco central, los países latinoamericanos son dependientes de la política monetaria de EEUU. Para comenzar pues EEUU es su principal socio comercial, por tanto lo que ocurra en la economía de los EEUU necesariamente afectará a las economías de los países de América Latina.
Pero es que hay que comprender el balance de un banco central para comprender este asunto. El dinero nacional, en este caso los pesos, están en el pasivo de su balance. Pasivo que está respaldado por su activo. A mayor valor del activo, mayor valor de este pasivo. Y la principal partida del activo del balance de un banco central son las reservas internacionales.
Las reservas internacionales son también la partida que se usa para los pagos internacionales de una economía, y están compuesta sobre todo por divisas internacionales, necesariamente las divisas más usadas para las transacciones internacionales son aquellas de las que hay más, en el caso de los países de América Latina en general, y de Argentina en particular, dólares.
Por tanto, si los dólares de EEUU se devalúan pues la Reserva Federal de EEUU tiene una política monetaria laxa que hace que pierda valor el dólar, las Reservas Internacionales del BCRA también pasan a valer menos, y consecuentemente los pesos pasan a valer menos.
Esto se ha podido comprobar durante el proceso inflacionario de 2022, provocado por la política monetaria expansiva de EEUU para reaccionar ante la debacle económica que supuso la pandemia del año 2020. En EEUU hubo una inflación del 8%, pero es que en casi todos los países de América Latina fue superior (sin siquiera contar Venezuela con un 200% y Argentina con el 72%); Colombia 10,1%; Chile 11,6%; Brasil 9,2%; Costa Rica 8,2%… y casi igual en México 7,9%; Perú, 7,9%, Guatemala 6,9%.
De manera muy significativa los países con menor inflación fueron los países dolarizados; Ecuador con un 3,5% y Panamá con un 2,8%. Y es que al menos no añaden su propia inflación provocada por sus propias políticas monetarias laxas a la inflación importada por las políticas monetarias laxas de la Reserva Federal de EEUU, que evidentemente les afecta.
[1] El título es un homenaje al libro del querido maestro Franklin López Buenaño: “Por qué y cómo dolarizar” de 1999 y que tan influyente fue en la dolarización de Ecuador.
[2] En enero del año 2000, cuando se anunció la dolarización en Ecuador llegó a contar con un 58% de apoyo según una encuesta: https://biblioteca.bce.ec/cgi-bin/koha/opac-detail.pl?biblionumber=34752&shelfbrowse_itemnumber=34932
A día de hoy la dolarización goza de un apoyo de en torno al 85% sostenido en las encuestas.
[3] Precio a 4 de septiembre del 2023 que se redacta esta nota, pero evidentemente cambia cada día, el tipo de cambio se puede seguir en distintos medios como https://www.cronista.com/MercadosOnline/moneda.html?id=ARSB
[4] Así, por ejemplo y de manera destacada, esta carta de más de 200 economistas contra la dolarización de Argentina: https://www.lanacion.com.ar/economia/el-espejismo-de-la-dolarizacion-unos-200-economistas-cuestionaron-la-carta-de-javier-milei-y-nid10092023/
Refutada por Luis Espinosa Goded en este vídeo: https://vm.tiktok.com/ZMjhtcC6D/
[5] El término“dolarización” también se usa para referirse a la adopción de otras monedas, como el euro, por ejemplo, algunos prefieren usar el término “eurización”.
En castellano su uso habitual es para referirse a adoptar el dólar: https://es.wikipedia.org/wiki/Dolarizaci%C3%B3n?wprov=sfti1
[6] Según los datos de julio de 2023.
[7] Véase el trabajo de Reinhart y Rogoff en This time is different, 2011.
[8] Gran parte de los análisis académicos para evaluar la dolarización como medida económica en los últimos 20 años han analizado los efectos de la dolarización sobre el crecimiento o el empleo con modelos econométricos más o menos sofisticados.
[9] El economista Juan Ramón Rallo indica en este interesante vídeo que aún dolarizado sería posible que el gobierno de Argentina cometiese alguna barrabasada que siguiese provocando inflación, como sería el apropiarse del patrimonio de la banca privada o volver a emitir “patacones”. Y esto es bien cierto, pero como también dice Rallo, es más difícil en dolarización que con un Banco Central dependiente del gobierno:
[10] La famosa Ley de Gresham dice en su expresión más popular que “la moneda buena desplaza a la mala”, pero eso es sólo cierto en un régimen bi-monetario de imposición de un tipo de cambio, en un régimen de libertad monetaria con tipos de cambio libres no es así.
[11] Además, en el sistema propuesto, que se explica al final, se quiere sacrificar el patrimonio neto de los bancos.
[12] El mayor experto en la cuestión era Miguel Dávila, gerente general en el año 2000 que llevó a cabo la dolarización, recientemente fallecido.
Por fortuna nos ha legado algunos textos y entrevistas con su experiencia y explicando tanto el proceso como la conceptualización del cuádruple balance, como ésta:
https://revistas.usfq.edu.ec/index.php/polemika/article/view/829
[13] Por ejemplo, el Gerente General del Banco Central de Ecuador, Guillermo Avellán, reporta en su cuenta de X -antes conocido como twitter- la situación del balance del Banco Central con los cuatro “sistemas” y el grado de cobertura de las Reservas Internacionales para cada uno de ellos, añadiendo, literalmente: “Estos recursos garantizan las transacciones con el exterior y la sostenibilidad de la dolarización.”
https://x.com/gmo_avellan/status/1699791914181263677?s=61&t=t3jb4r3M4PgbL58fMszJOQ